Krill es un término noruego que significa “alimentación de ballena”. Y con razón: esta pequeña gamba constituye lo esencial del alimento de numerosos mamíferos marinos con papada, como las ballenas blancas o los rorcuales. Este crustáceo entra también en laalimentación de los calamares, de los pingüinos y de numerosos pescados y pájaros marinos y representa un 98 % de la alimentación de las focas cangrejeras.
El más conocido del krill es elEuphausia Superba, que también se conoce como krill antártico, ya que es en las regiones circumpolares australes donde mayormente se reproduce y vive. Allí, éste se alimenta de fitoplancton y libera excrementos que, a su vez, proporcionan nutrientes al fitoplancton (1).
El krill, cuya biomasa total se calcula que es de 125 a 175 millones de toneladas, es por tanto un eslabón indispensable para la cadena alimentaria marina .
Éste es asimismo consumido por los humanos desde hace siglos, secado, en los países de Europa del norte, en Rusia o incluso en Japón, donde forma parte de numerosas recetas (especialmente de sopas).
Sin embargo, ha habido que esperar al descubrimiento, en 2000, de un procedimiento de extracción de aceite de krill que no desnaturaliza los compuestos interesantes de esta gamba milagrosa, para que el krill entre verdaderamente a formar parte del consumo humano a una mayor escala (2).
¿Por qué intentar producir aceite de krill cuando el aceite de pescado es más fácil de obtener, es ampliamente utilizado desde hace siglos y está cargado de propiedades? Simplemente porque el aceite de krill contiene, además de dos tipos de ácidos grasos esenciales omega 3 específicos (el DHA y el EPA), unos fosfolípidos yastaxantina (3).
Así pues:
Por tanto, por una parte, el consumo de krill permite obtener los mismos beneficios que el consumo de aceite de pescado, pero también asegura un aporte suplementario de astaxantina. Para beneficiarse de un aceite de krill da alta calidad, sin residuos de contaminantes, usted puede por ejemplo optar por Krill Oil (8).
Observe que los omega 3 y los omega 6 son dos familias de ácidos grasos considerados indispensables, que deben ser aportados al organismo por laalimentación. En efecto, no solo este último no es capaz de producirlos, sino que, además, debe utilizarlos para sintetizar otros ácidos grasos esenciales (9).
La alimentación occidental moderna es extremadamente rica en omega 6, que se encuentra especialmente en la carne de cerdo y la carne de ave alimentada con maíz y/o soja, las dos fuentes de alimentación principales de los animales de cría. Gracias a esto, los occidentales consumen habitualmente cantidades ampliamente suficientes de omega 6. Por tanto, en general, es totalmente inútil intentar aumentar sus aportes de omega 6.
De la misma manera, con el desarrollo desde los años 50 de la alimentación industrial, muchos occidentales tienen una alimentación demasiado rica en ácidos grasos trans ácidos que tienen efectos perjudiciales para el organismo.
Y, al contrario, finalmente, la alimentación occidental es generalmente demasiado pobre en omega 3. Así, por ejemplo, el cuerpo humano sintetiza DHA y EPA, ácidos grasos esenciales, gracias a los aportes de omega 3 de la alimentación, pero en cantidades insuficientes.
Basándose en una revisión completa de los estudios sobre los diferentes ácidos grasos, un investigador francés ha concluido en 2008 que era necesario aumentar los aportes de ácido alfa-linolénico (precursor de los omega 3), así como los aportes de pescados grasos, que contienen omega 3 (10-11).
Por tanto, para conseguir un buen equilibrio entre omega 3 y omega 6, conviene elegir una dieta alimenticia equilibrada, rica en pescados grasos, que mantenga o reduzca la cantidad de carne, y evite los productos industriales procesados.
Al aportar directamente al organismo DHA y EPA, el aceite de krill contribuye también de manera significativa a satisfacer esta necesidad urgente de aumento de aportes de omega 3.
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