Complemento alimenticio Lugol (gotas de yodo): heridas, tiroides, etc.

El organismo humano necesita numerosos minerales y oligoelementos y, entre ellos, el yodo posee un papel especialmente importante. El aporte complementario de yodo se utiliza además y está reconocido desde hace más de un siglo. El químico francés, Jean Lugol, ha dado así su nombre a una preparación de yodo-yodurada que se usa desde el siglo XIX para remediar el mal funcionamiento de la glándula tiroides. Estos últimos años, esta formulación ha conocido una considerable renovación de su interés tras el descubrimiento de sus numerosas propiedades.

¿Qué muestran los estudios sobre Lugol 1% y cuáles son los beneficios asociados?

Para un funcionamiento óptimo de la tiroides

La función principal del yodo reside en la síntesis de las hormonas tiroideas T4 y T3 por la glándula tiroides. El Dr. David Bronstein, uno de los mejores expertos del mundo en tiroides y yodo, considera que el 95% de la población presenta un déficit de yodo. El recurso a la solución de Lugol ofrece por tanto un medio eficaz y sencillo de paliar estas deficiencias.

En 2007, el Dr. Chris Robin publicó una obra : «Iodine remedies: secrets from the sea» que tenía en cuenta otras propiedades curativas de la combinación yodo-yoduro de potasio, para uso interno o en aplicación tópica, con, entre otras, acciones beneficiosas contra el crecimiento tumoral, sobre los quistes ováricos, contra las reacciones alérgicas y autoinmunitarias, sobre las cicatrices queloides, las fístulas, las hemorroides, los quistes sebáceos, las infecciones vaginales y en la enfermedad de Dupuytren, así como en la de Lapeyronie.

Contra las fibrosis quísticas

Sin embargo, el mérito de haber profundizado en las nuevas aplicaciones de esta solución yodo-yoduro vuelve al Dr. Jonathan V. Wright. Mostró en concreto que la formación de quistes de mama en la mujer (fibrosis quística) afectaba a más del 50% de las mujeres menopaúsicas o perimenopaúsicas y que un tratamiento a base de Lugol con una duración de entre tres y seis meses, a razón de 9 gotas diarias de media, podía frenar dichas fibrosis quísticas sin tener que «poner en reposo» a la glándula tiroides.